- Desde que se presentó para su publicación el 16 de junio, el Acuerdo Laboral para Comercio ha recibido 16 impugnaciones de diferentes organizaciones, todas ellas respondidas ante la autoridad laboral, a quien le corresponde resolver-
Esta puede ser la fauna ? a la que se sumaran otros ? de impugnantes, negadores de la firma dada, y aquellos que de oído parecen haberse enterado de la llegada de un acuerdo para el comercio y se han confabulado para destrozarlo, negarlo y con ello perjudicar, o mejor, seguir perjudicando a los más de dos millones de trabajadores del sector.
Pues sí, esta heterogénea fauna, celosos de su particular chiringuito, se han conjurado ? convocados, parece, por la red ? para tratar de acabar con el recién recuperado Acuerdo Laboral Estatal de Comercio. Unos han sentido que su actividad ha sido invadida, otros se sienten ignorados por la mesa negociadora, y los firmantes se llaman a andanas y niegan su voluntad donde aparecen sus rúbricas. Pero todos unidos por la misma petición - que no se publique el mencionado Acuerdo- a pesar de haber sido el fruto de más de cuatro años de difíciles negociaciones.
Porque allá por el 2007, cuando constituíamos la mesa negociadora, en el banco social las organizaciones sindicales UGT y CCOO, frente al banco económico representado por la Confederación Española de Comercio (CEC), ambas partes nos dimos reconocimiento suficiente para la labor que emprendíamos ? el mismo que en el 96 había sustituido a la extinta Ordenanza de Comercio ? y dimos puntual notificación a la autoridad laboral correspondiente. Nadie se dio por aludido, luego todos estaban representados. En el banco social con una representación superior al 80% de los trabajadores y trabajadoras del sector y en el banco económico quien les representan en foros tan importantes como los de la formación, y con una organización integrada en el seno de la patronal española CEOE.
Con este bagaje los negociadores iniciaron un proceso que con distintos parones, culminó el 22 de abril de este año con la firma del Acuerdo Laboral de Comercio. Y sus contenidos se limitaban a negociar las materias que el Estatuto de los Trabajadores determina que se hagan en el ámbito estatal, con una definición de los diferentes ámbitos de negociación y las materias allí remitidas; en conclusión una estructura de negociación sumamente respetuosa con todas las normas laborales y obviamente con la historia actual de la negociación del sector, es decir, que se mantienen los ámbitos territoriales existentes, los sectoriales y los de empresa, donde cada uno de los negociadores podrá continuar plasmando las condiciones que allí se venían negociando y acordando.
Y de las materias negociadas, cabe destacar que se trata de aquellas que los negociadores ? en consonancia con la legislación ? han entendido que son comunes para el sector y con ello evitan la repetición negociadora y la dispersión de contenidos de una misma materia.
Es por lo que nos quedamos muy sorprendidos, cuando comienzan a oírse voces que escandalizados nos acusan ? a los negociadores ? de querer destruir el sector, eliminar empleo, encarecer costes, e inmiscuirnos en ámbitos ajenos.
Todo ello no resiste el más mínimo análisis sosegado y a la luz de nuestro ordenamiento laboral. Porque en algunos casos son fruto de envidias en el banco económico, celos representativos, cuando no demostradas inutilidades para dar respuesta a las necesidades sectoriales.
Y ahora, toda esta amalgama de impugnadores pretenden paralizar el resultado de la negociación y con ello una vez mas dejar al sector de comercio sin una referencia estatal que sirva de base para la ordenación de las condiciones de los trabajadores y dote a las empresas de un mismo modelo para la organización del trabajo adaptable a todos los tamaño de empresas y proporcionando la necesaria seguridad jurídica al sector.
Esta situación empieza a producirnos hastío, sobre todo el absurdo empecinamiento empresarial por seguir anclados en un modelo de negociación que ha provocado una atomización de la misma, reflejado en los más de trescientos convenios tanto territoriales como sectoriales, todos ellos sin referencia general que armonice materias comunes.
Y lo más preocupante es la actitud de quienes dicen representar al sector desde el ámbito empresarial, que una vez firmado el Acuerdo por sus directivos, cuestionan y siembra la duda sobre sus compromisos sustentados en la buena fe del proceso de negociación.
Ya sólo nos queda esperar que la autoridad laboral sea coherente con sus obligaciones y no se deje enredar en la tela de araña que en los últimos días han tejido frente al Acuerdo esta laboriosa fauna impugnante.
Tirios y troyanos, bucaneros y piratas